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Monterrey: la matanza del 29 de julio de 1936

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Por Gerardo Peláez Ramos

Monterrey, Nuevo León, fue uno de los centros fundamentales del movimiento obrero clasista durante el periodo de reformas estructurales (1934-1940).

Se constituyeron a partir de los sindicatos de Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey y otras empresas del metal las secciones locales, muy combativas, del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana; quedó integrada una dirección altamente calificada de la Sección 19 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana; nació la Sección 19 del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza de la República Mexicana; fue construida la Federación de Trabajadores de Nuevo León, bajo dirección comunista, y estallaron importantes huelgas como la de Vidriera Monterrey.

Para enfrentar el ascenso obrero y popular, la gran burguesía reinera creó organizaciones de combate fascistas, como Acción Cívica Nacionalista; formó la primera organización unitaria de sindicatos blancos: la Federación (hoy Nacional) de Sindicatos Independientes, y realizó ruidosos lock outs, mítines y manifestaciones, además de organizar y realizar despidos selectivos de cuadros sindicales y llevar a cabo violentas represalias antiobreras.

El 29 de julio de 1936, la Federación de Trabajadores de Nuevo León, el Bloque Obrero y Campesino y otras organizaciones le presentaron al presidente Lázaro Cárdenas un memorando en Torreón, Coahuila, en el cual planteaban, entre otras demandas: “Que se dicten medidas enérgicas para conseguir la disolución, ordenada por la Presidencia de la República, de Acción Cívica Nacionalista y de la Acción Revolucionaria Mexicanista”, renombradas bandas fascistas.

El mismo día, en Monterrey la FTNL organizó un gran mitin para exigir la disolución de los dorados y otros grupos fascistas, la no intromisión patronal en los sindicatos y una ley de inquilinato. Hablaron Antonio Moreno, de la Sección 67 del Sindicato Industrial de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana; Tomás Cueva, secretario general de la FTNL, líder ferroviario y dirigente comunista, y otros representantes de albañiles, hoteleros y estudiantes.

La concentración fue objeto de provocaciones por parte de militantes de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y jóvenes burguesillos. Los dirigentes sindicales trataron de impedir que la base obrera se lanzara contra los agresores y provocadores, pero los trabajadores corrieron tras de éstos.

En el local de Acción Cívica Nacionalista había acopio de miles de ladrillos, verduguillos, cuchillos, machetes, palos y armas de fuego. Al pasar los obreros por tal edificio fueron cazados a balazos y ladrillazos, siendo asesinados Feliciano Alcocer, de la Fábrica de Muelles Hércules; J. Guadalupe Palacios, de la Unión de Artes Gráficas, y José Bárcenas, de la Unión de Empleados de Hoteles, Cantinas, Restaurantes y Similares; fueron heridos Tomás Cueva, el ferrocarrilero Cristóbal Reyes, Julián Yáñez, de la Fábrica de Ladrillos Refractarios, y otros trabajadores.

Entre los agresores detenidos se encontraban Alberto Margáin Zozaya, hermano de Ricardo, el Caballero de Colón y teórico del fascismo criollo en el período de Luis Echeverría Álvarez; Joel Rocha, Benjamín Salinas, Andrés Chapa, José Ángel Santos, Virgilio Garza, Antonio L. Rodríguez y otros connotados jefes patronales, quienes, gracias a su poder económico, rápidamente fueron puestos en libertad.

Frente al Hospital Muguerza -en el que se hallaba encamado el secretario general de la FTNL- los trabajadores gritaban: “Si muere Tomás Cueva, morirá Joel Rocha”, “Vida por vida” y otras consignas que expresaban el estado de ánimo de la clase obrera movilizada.

El entierro de Feliciano Alcocer y J. Guadalupe Palacios fue una auténtica movilización de masas; sus cuerpos fueron velados en el domicilio social de la FTNL. José Bárcenas murió y fue enterrado en Acámbaro, Guanajuato. Los ataúdes de los dos primeros fueron llevados al palacio de gobierno y al palacio municipal, donde se realizaron gigantescos mítines obreros. El famoso masón comunista Ángel Martínez Villarreal, secretario de Previsión Social y Asesoría Técnica de la Federación de Trabajadores de Nuevo León, encabezó el cortejo fúnebre.

Juan Gutiérrez, secretario general del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, pidió a Cárdenas que se cumpliera la orden de disolución de Acción Cívica Nacionalista y ésta al poco tiempo fue disuelta.

El 29 de julio de 1936 fue la cúspide de la política antisindical de los capitalistas regiomontanos. No deben olvidarse el enfrentamiento de principios de año, a partir de la huelga de Vidriera Monterrey, con el movimiento obrero nacional y el gobierno federal, las manifestaciones derechistas, los lock outs, y, en el terreno sindical, la constitución en el mes de marzo de la llamada Federación (hoy Nacional) de Sindicatos Independientes, eje y cabeza del sindicalismo blanco en el país.

De las heridas del 29 de julio de 1936, Tomás Cueva ya no se recuperó completamente.

Bibliohemerografía básica

El Machete, órgano central del Partido Comunista de México.
Peláez Ramos, Gerardo, “Tomás Cueva, huella de un líder”, en De la vida de algunos militantes mexicanos, México, CESS del STUNAM, 2003.
-“Cronología de la izquierda mexicana del siglo XX”, en Enciclopedia de la izquierda mexicana del siglo XX, t. I, México, UNAM, 2014.
Sáenz, Mateo A., Anecdotario, Monterrey, Ed. Alfonso Reyes, 1968.

La Haine

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