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Seguiremos compañero Héctor

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Pensé en el mientras acompañaba a la directora de la revista Bohemia de Cuba, a una productora del mismo socialismo y a la compañera de Pablo O´Higgins, en el asombro ante los murales zapatistas de Diego Rivera. Pensé que otras tareas le impedían asistir a la plática con las compañeras. Yo no sabía que era ya Secretario General del sindicato de trabajadores de Chapingo.

Era necesario hacer cuentas con él para seguir adelante. Habíamos hecho tanto en Tlaxiaco y en la Mixteca, que aquel proyecto de unidad popular bien merecía ser continuado. Ahora y siempre tenía sentido impulsar el poder popular. Y recordaba aquellas jornadas donde brillaba su seriedad, su discreción, ese sentido austero de los mejores, fundamental para la Unidad Popular de Tlaxiaco, luego crecida como Unidad Popular de toda la Mixteca.

Había sido necesario valerse del registro del PRT para la candidatura del respectadísimo doctor al fin triunfante pero desconocido por las huestes priístas de El Millón, ese perverso cacique semejante a tantos otros del campo mexicano. Desde los triquis del Movimiento Unificador de la Lucha Triqui hasta los pueblos más lejanos, llegados a la plaza de Tlaxiaco luego de ocho o más horas de caminata, hacían ver la fuerza campesina. Mas nunca podremos dejar de conmovernos por el contraste entre la seriedad de Héctor Alvarado a veces interrumpida por su limpia sonrisa satisfecha ante el esplendor de los huipiles de Yosondúa, las bandas tocando Sacaremos ese buey de la barranca, los cantos de Yolocamba I Tá que nos despertaban tempranito. Las películas gozadas por todos en la plaza, para descubrirnos integrados a la liberación de América testimoniada por las imágenes del pueblo salvadoreño en su lucha.

A la par, la Preparatoria Popular de Tlaxiaco, el trabajo con las comunidades con los compañeros del Taller de Gráfica Monumental, con el TAI probándose en la reflexión de la historia de México, en la edición de los corridos de Francisco López Bárcenas sobre la defensa de los bienes comunales, en acuerdos con los heróicos dirigentes triquis que serían asesinados en los cruces de los caminos, en los encuentros con los profesores de la sección 22, en los seminarios en el ruinoso hotel recuperado en Puerto Escondido.

Salario Mínimo de por medio y sus compañeras que constituyen su bella retaguardia estratégica, la relación con Héctor es entrañable, eterna mientras vivamos quienes fuimos tocados por su constancia revolucionaria, por su voluntad insobornable para seguir y seguir venciendo obstáculos, dándoles la vuelta cuando el oportunismo de los demás los hacía insalvables, avanzando, construyendo, predicando con el ejemplo.

No dudo que esto sea intolerable por la mayoría de los oportunistas electoreros, para los policías con o sin placa, para los comodines burócratas. El espantoso atentado carretero destructor del viejo auto donde se transportaba con otros dos compañeros, José Luis Rosales, Secretario de Relaciones Exteriores y Luis Manuel Rupit, Secretario de Trabajo y Conflictos, jamás aclarado. A cambio, la clara luz de ellos sobrevive más allá y más acá de los oscuros intereses enemigos del pueblo en lucha, porque seguiremos hasta la victoria siempre, compañero Héctor Alvarado.

Alberto Hijar

 

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