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El que se va/se va quedando

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Para APIAVIRTUAL

Nino Gallegos

1918

Montañas de Morelos

Tierra arrasada, tierra viva

Los cerdos, las vacas, las gallinas, ¿son zapatistas? ¿Y los jarros y las ollas y las cazuelas? Las tropas del gobierno han exterminado a la mitad de la población de Morelos, en estos años de obstinada guerra campesina y se han llevado todo. Sólo piedras y tallos carbonizados se ven en los campos; algún resto de casa, alguna mujer tirando de un arado. De los hombres, quien no está muerto o desterrado, anda fuera de la ley. Pero la guerra sigue. La guerra seguirá mientras siga el maíz brotando en rincones secretos de las montañas y mientras sigan centelleando los ojos del jefe Zapata.

Los nacimientos de Miguel Mármol.

De las Memorias del fuego de Eduardo Galeano, he transcripto lo que arriba está textualmente en cursivas: posiblemente el primer, el segundo y el tercer nacimiento de Rafael Sebastián Guillén Vicente, Subcomandante Marcos, y, Subcomandante Galeano. No los tres amigos ni los tres García ni vuelven los García ni los tres huastecos, en un burro tres baturros. ¿Sí o no? La Trinidad no tiene que ver con la Trini ni con el Trini y menos con el Trino. Rafael Sebastián Guillén Vicente tuvo que nacer porque lo nacieron, y cuando creció y se fue a la selva pues ya iba con el Subcomandante Marcos nacido en los ojos, y cuando a unos de sus ojos le pusieron un parche, le nació el Subcomandante Galeano. Tres Galeano en tres: Eduardo Galeano, José Luis Solís López (Galeano) y el Subcomandante Galeano. Dos nombres y un apellido: Rafael Sebastián Vicente. Los nacimientos de Miguel Mármol o la crónica histórica del nacer en el renacimiento nacido: no se muere en la vida porque se nace en la vida, porque lo simbólico orgánico es más vital que lo mediático funcional. La resistencia y la regeneración del subcomandante Rafael Marcos Galeano. En la Carta a Eduardo Galeano: Mataron a Galeano, el zapatista, Adolfo Gilly, le escribe lo que le cuenta al escritor de las Memorias del fuego y acercándolo a ese fueguito interior que se cargaba el Galeano zapatista para pasárselo a Rafael Marcos Galeano, completando así la tríada zapatista revolucionaria, dejando ir al que se va porque se va quedando, no yéndose ni quedándose ninguno de los tres de sobra porque falta completar la ósmosis, la semiosis y la significación que rechaza a la clonación por ser y hacerse artificial y ésta rechaza a lo orgánico, humano, existencial, social y cultural: hay una unidad y lucha de contrarios hacia el interior donde la guerrilla semiológica gana. La ósmosis, la semiosis y la significación son mágicas, miríficas, salvíficas: Eduardo, José Luis, Rafael: el que se va/se va quedando. En el Caracol de los Caracoles la realidad es La realidad de Chiapas: Las Escuelita anda desnuda a la experiencia del conocimiento, la geografía es la casa, la memoria del fuego en el fogón y el corazón en el pálpito de la tierra: se existen es porque nunca se fueron porque se fueron quedando: QUÉDESE EL QUE SE VAYA QUEDANDO, le dijo El Indígena Zapatista a Durito. He aquí y enseguida lo que viene y deviene en la Falsa Elegía de Rosario Castellanos:

Pero si alguno va a nacer (su anuncio,

La posibilidad de su inminencia

Y su peso de sílaba en el aire),

Trastorna lo existente,

Puede más que lo real

Y desaloja el cuerpo de los vivos.

Los tres de abajo son los tres de arriba y los tres se van yendo/quedando arriba y abajo: se van estrechando/apertrechando, si no, veámosle el ojo derecho tapado con el ojo izquierdo destapado al rostro encapuchado de la cara encapuchada. Galeano tan paliacate. Galeano tan árbol genealógico de gente. Galeano tan montado con el dedo cordial levantado. Si no les gustan, descompóngalos y póngalos en otro lado, de todos modos y de todas maneras son tan tres que caben en los tres, desacomodados, acomodados y tan dados en estar en todos los lados con el paliacate, con el árbol y con el caballo. A más de alguno de ellos y de nosotros pueda que sean otros: el que aplaude sentado, el que está sentado y el que está sentadomontado.

Entonces que nadie ni alguien se pongan a extrañar lo entrañable de la entrañable transpresencia, la única y la que está en todas partes y en todos lugares, porque si se fijan un poco que es demasiado el corazón que está del lado izquierdo del pecho se le ve en el lado izquierdo del ojo izquierdo, conectado y abierto a quien lo ve desde enfrente hacia atrás, y luego abajo desde arriba el somos nosotros los otros cada día poblando los caracoles de la realidad en la escuelita donde se enseña y se aprende en ser y en hacer de la experiencia –el conocimiento-: conociéndonos.

El que se va/se va quedando

En La Realidad

Caracoleando.

 

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