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SIN DEBATE NI DEMOCRACIA

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Alberto Híjar Serrano

Lo que quieren es ganar la presidencia y para ello, se valen de todos los trucos de convencimiento publicitario porque son producto de una cultura del espectáculo efímero asociado al contratismo y la máxima ganancia. Sobre bases así, no hay debate posible sino diatribas y ocurrencias aconsejadas por los equipos de campaña.

A la mujer, por ejemplo, le dijeron que aprovechara cualquier oportunidad para proclamarse diferente con un rezo memorizado y como no hubo oportunidad de entrada, en lugar de responder a una pregunta, se soltó reiterando con rostro inexpresivo de recitadora mecánica, que es diferente. Casi igual los otros al dejar en el aire las respuestas a cambio de sus rollos de identidad promocional. Ni debate ni respuestas programáticas a cambio de anuncios equiparables a cualquier promoción mercantil. Muchas promesas y nada sobre la transición a algo mejor.

Los comentaristas seleccionados en una especie de casting de charlatanes estatólatras y algunos expertos en imágenes publicitarias, contribuyen al desconsuelo público al negar la realización del debate para orientar de inmediato sus comentarios ingeniosos a los aciertos y desaciertos de los involucrados principales: el IFE, los equipos de campaña, los asesores, los productores famosos por unos días junto a la edecán despampanante que da lugar a especulaciones complotistas. Nadie va al fondo y la ciudadanía permanece indiferente o sumada al chiste como recurso del inconsciente frustrado, defraudado e impotente a punto de la indignación. No hay a quien irle.

En rigor, un debate confronta ideas transformadas en tesis de época o al menos de coyuntura por su importancia social. Tal ocurrió, por ejemplo en el debate entre Noam Chomsky y Michel Foucault en 1971 coordinados por Fons Elders del Proyecto Internacional de Filósofos cuando luego de andarse por las ramas al encuentro de lo común, pasaron a discutir los límites de sus planteamientos del poder como aparato lingüístico en Chomsky y como microfísica y biopoder en Foucault, todo entre argumentaciones históricas y sociales descubridoras de los argumentos de los contendientes. Por acá, debate fue el agarrón por la libertad de cátedra y los planes universitarios entre Antonio Caso y Vicente Lombardo Toledano en 1933, que ocupó primeras planas, involucró universitarios e intelectuales diversos y significó la salida definitiva de Lombardo de la Universidad. De un lado, el idealismo, del otro el materialismo concebido como ciencia de las ciencias y excluyente de creencias místicas. Luego, a partir de los 50 y la construcción de la aldea global descubierta por Marshall McLuhan, puros escarceos entre intelectuales afamados por el sistema de premios y prebendas del Estado apoyado por las televisoras. Octavio Paz, Carlos Monsivais, Carlos Fuentes y otros buenos escritores, animaron revistas de élite y rico patrocinio estatal. Figurillas como Héctor Aguilar Camín o Jorge Castañeda y pobres diablos como Francisco José Paoli, Javier Tello o Carreño Carlón, simulan críticas tan superficiales que aburren al auditorio de televidentes que libremente optan por cualquier otra visión tan infame o peor que los programas de opinión.

El opinadero es antesala del debate porque descubre los acuerdos y los disensos. Por ejemplo, el EZLN alienta en diciembre de cada año, la discusión sobre autonomía, Estado y poder. Hace dos niveles: el de los de poca fama y mucho activismo en el terregal de un lienzo charro en Iztapalapa y el de primer nivel en San Cristóbal bajo el nombre de Andrés Aubry. Prevalecen en ambos los elogios al EZLN y los Caracoles y en el encuentro de los pobres proliferan las denuncias de represiones violentas. No hay debate, porque desde el fin de siglo, el extinto FZLN lo boicoteó interponiendo la exigencia de esperar la palabra verdadera desde arriba. Nada se aprende así de la corrupción sandinista que borró y prohibió las pintas de las tendencias y exigió a las organizaciones de base esperar a que bajaran las orientaciones. La secuela del autoritarismo pseudorrevolucionario es terrible porque impide toda crítica y desalienta el debate. La compañera argentina Lila Pastoriza que escribe en la ejemplar revista Lucha Armada exige la necesidad de averiguar por qué nos derrotaron en todas partes. El testimonio y la crítica teórica orientan los textos de la revista transformada en anuario a partir de 2010. El debate se da entre posiciones estratégicas que incluyen la discusión de tácticas descubiertas a partir de la teoría y de los testimonios que renuncian al secreto resguardado por jefes y comandantes. Autoritarismo, militarismo, clandestinaje, líneas de masas, son puestas en crisis para aprender, avanzar y organizar, liberados de los errores y prejuicios del pasado. Entre los candidatos de acá en cambio, los seguidores prohíben criticar los dobles y triples discursos según el auditorio. Aclamado por la comunidad del Tec de Monterrey, López Obrador declaró innecesarias las expropiaciones y nacionalizaciones, por ejemplo. Nadie denuncia y nadie debate la ausencia de solidaridad con los masacrados, los desaparecidos, los migrantes acosados por policías e institutos de migración. Un debate no se instala en el tu dijiste, yo te vi, sino en las raíces y las consecuencias profundas de los oportunismos y las mentiras.

El pragmatismo y la idiotización masiva de la industria del espectáculo y la cultura de élite miserable de las universidades y los silenciosos institutos y centros de investigación, impiden el debate. Se trata de ganar y de ser convincentes inmersos en un Estado que oculta sus crímenes presidenciales desde Obregón hasta Colosio y los fraudes y asesinatos que llevaron a la presidencia a Zedillo, a Salinas con la caída del sistema y la contención de la revuelta popular, a Calderón haiga sido como haiga sido, como ostenta su cinismo. La democracia ha muerto como prueban los debates fallidos y ya pasó el tiempo en que un Constituyente pudo haber construido el debate de una nueva Constitución a cambio de la descuartizada por los pseudo partidos políticos que sólo representan a mafias poderosas a la pesca de contratos y chambas.

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