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Pablo Milanés se bota pa’l solar

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Miami, 30 de Agosto de 2011

Por Lázaro Fariñas* / Foto Virgilio Ponce - Martianos - Hermes - Cubainformación.- Ante las protestas de los ultraderechistas cubano americanos de Miami por la presentación del concierto de Pablo Milanés en esta ciudad, escribí dos artículos de opinión. En uno de ellos me refería a unas declaraciones hechas por el artista cubano americano, Willy Chirino, en las que este ponía condiciones para ir a cantar a La Habana. Decía, en el mencionado artículo, que Chirino quería que le permitieran hacer un discurso político criticando al gobierno de Cuba, antes de empezar a cantar sus canciones. Pues, como se sabe, Chirino no va a La Habana, pero Milanés sí vino a Miami y antes de cantar sus canciones, hizo lo que quería Chirino hacer en La Habana: hablar mal del gobierno revolucionario. Pablo ha hablado hasta por los codos en los más grandes medios locales y hasta llegó a los micrófonos de Radio Martí, la emisora que paga el gobierno de los Estados Unidos para hacer propaganda contra Cuba, y allí le echó salsita con pimienta al gobierno que tanto defendió en el pasado.

Pablo tiene derecho a criticar lo que él considere criticable de la revolución cubana y sus dirigentes. Me imagino que, también, tienen derecho otras personas a criticarlo a él por las críticas que él ha estado haciendo desde que llegó a los Estados Unidos. Nadie debe de restringir sus opiniones. Lo que pasa es que muchos pensaron que era saludable que él viniera a cantar sus bellas canciones y no que llegara con la intención de hacer declaraciones políticas que en nada contribuyen a la unión del pueblo cubano de aquí y de allá. La política es lo que nos divide, el arte es lo que nos une, por lo tanto, cuando se une la una con la otra, entonces, en vez de contribuir a la unión, se contribuye a la desunión. No puedo imaginarme que Milanés no se pueda imaginar esa realidad de nosotros los cubanos.

Al declarar que él no le dedicaría un concierto a Fidel Castro, pero que no tuviera ningún inconveniente en dedicárselo a las llamadas Damas de Blanco, está lanzándose a uno de los dos bandos, está marcando territorio. Las Damas, que empezaron sus protestas en defensa de sus familiares presos, han terminado en un grupo de señora financiadas por el gobierno de los Estados Unidos y uno que otro terrorista, residente en Miami, para que salgan a las calles a provocar incidentes con las autoridades cubanas. Todos los familiares de las llamadas Damas están libres en la calle, ya sea en Cuba, o en el exterior. Ya, el motivo de sus protestas, dejó de existir, pero como el financiamiento sigue, pues siguen las protestas callejeras. A estas señoras, Pablo no ve inconveniente en hacerles canciones, dedicarles conciertos o defenderlas en sus entrevistas. Bueno, reitero, tiene su derecho a hacerlo, pero también veo, con el mismo derecho, al periodista Edmundo García de Miami a hacerle críticas a las críticas de Pablo. Un periodista criticando a un hombre público es lo más natural del mundo occidental. Pero eso que veo como lo más natural del mundo, lo ve como una ofensa el señor Milanés. Tan ofensivo lo vio, que escribió una carta abierta en contra del periodista, en la que baja de la cima de su arte y se bota para el solar, diciéndole hasta alma mía a García. La peor ofensa que se le puede decir a un cubano es decirle hijo de puta, pues por ahí empezó el cantautor, devenido chusma, para crear la base de una andanada de insultos. Nada bien ha quedado Pablo en su carta abierta a Edmundo García, se le fue la mano del arte y le salió la grosería. Parecería posible pensar, por su reacción ante una crítica, que si hubiese tenido autoridad, en vez de insultarlo lo podría haber mandado a un calabozo después de unos cuantos palos. ¿Por qué Pablo no ha tenido la misma reacción con los periodistas de las emisoras de radio de Miami que le han dicho hasta del mal que va a morir? En su carta, Pablo critica a los periodistas cubanos de La Habana por no hacerles críticas al gobierno de la isla, sin embargo, ataca despiadadamente a un periodista cubano de Miami por hacerle críticas a él. ¿Estamos o no estamos, don Pablo?

Toda la reacción de Milanés hubiese sido comprensible, si el artículo que escribió Edmundo García hubiese sido ofensivo, si este le hubiera sacado los trapitos sucios personales que debe de tener el trovador escondidos, pero releyendo lo escrito por el periodista, no hay nada que justifique la reacción solariega del artista. Nada, que Pablo, parece, tenía ganas de botarse pa’l solar.

*Lázaro Fariñas periodista cubano residente en EE.UU.

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